¡Qué envidia!

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Eso es lo que pensamos cuando conocemos a alguien que se dedica a viajar aunque sea por razones laborales. A todos de un modo u otro nos encantaría pasarnos media vida entre viajes y vuelos aunque se tratara de trabajo, porque seguro que pensamos que al menos durante algunos momentos en los que no estamos trabajando podríamos dedicarnos a conocer las ciudades a las que viajamos.

Pero claro, no caemos en una cosa, y es que hay veces que ese ir y venir entre viajes y vuelos suele ser siempre a las mismas ciudades, de modo que cuando uno ya ha viajado varias veces y el tiempo libre que le queda solo le da para recorrer los alrededores, uno parece que le pierde todo el gusta a caminar por estos destinos porque se los conoce casi mejor que su ciudad de residencia habitual, de manera que acaba recluido en el alojamiento donde se hospeda y no sale algunas veces ni para comer. Y son esas personas las que nos responden con que la envidia se la damos nosotros a ellos porque les encantaría poder estas en casa en lugar de andar viajando continuamente y por obligación.

Y es que, la verdad, no importa la situación en la que se ncuentre uno, siempre tiende a envidiar lo que no tiene.